(Marisol Tenorio)

martes, 29 de enero de 2013



·         A veces caigo en esas redes, me vuelvo tan frágil como un cristal, me hago tan pequeña como un grano de arena. A veces se me acelera tanto el pulso que creo explotar, me hacen tan vulnerable mis palabras que no sé cómo empezar, salgo ardiendo entre sus brazos, me olvido de todo lo que dejé atrás y empiezo a soñar...
A veces me da hasta miedo acercarme, me da pánico que el reloj avance tan rápido cuando le tengo justo enfrente, a dos centímetros de mis labios y a un milímetro de mi corazón.
A veces caigo en esas redes y me quedo atrapada por un rato, quizás cinco minutos, quizás tres horas, pero ya no quiero escapar, prefiero quedarme para siempre atrapada en esas redes que me hacen tan, tan inerme y delicada.
A veces me vuelvo tan insignificante cuando me mira, tan perdida cuando me abraza...
Si me acaricia, es como si mi mente dejara atrás mi cuerpo para perderse entre un millón de estrellas, como si volara sin moverme del sitio, como si hubiera encontrado a la persona que llevaba buscando tanto tiempo, como si fuera mi mitad y yo la suya y ahora todo fuera perfecto...
A veces creo sobrepasar los límites de la lógica y la razón cuando sueño con sus besos regando mi cuerpo y le siento tan cerca como real... a la vez que tan inexorablemente necesario.

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